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Creado en Martes, 14 Enero 2020 11:25
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Escrito por Joaquín Gómez
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DOS HOMBRES DE CAMPILLO DE LLERENA Y UN DESTINO
Butch Balina Cassidy y Sundance Primo Kidd son dos pistoleros de Campillo de Llerena, que viene a ser el Wyoming español, acostumbrados a moverse por montes rocosos,dehesas, ríos, matorrales o poblados pero que, hasta ahora, no habían tenido la oportunidad de asaltar una cocina y hacerla suya para poder fregar a su gusto, ayudar a los cocineros y poder tirar la basura como Dios manda, es decir cada cosa a su contenedor.Y hoy es el gran día porque, hartos de huir de los pistoleros de la Unión Pacific, se han refugiado en Virgen de la Estrella 23 donde trabajarán a destajo para complacer a Percy Defensor Garris y al Sheriff Rotondas Bledsoe.
Estos forajidos campillejos no cruzan el Missisipi sino el Matachel y lo hacen a todo galope porque están locos por cortar las verduras frescas que ha traído Percy Defensor Garris para realizar una crudité. Así que se pusieron a amputar en tiras finas zanahoria, nabos y pepinos como si no hubiera un mañana.
Pero no han venido sólo para eso, no. Van a preparar con la dirección del chef, por supuesto, una ensalada tibia de tomate cherry aunque a ellos les gusta más el galopeao que para el que no lo sepa es un gazpacho de conejo.
Ya están contando estos dos pollos los días que faltan para la Candelaria, que es la fiesta por excelencia de Campillo de Llerena, y que se celebra desde el siglo XVIII y que consiste básicamente en jartarse a la luz de hogueras y candelas.Mientras tanto van a echar una manilla en la elaboración de una crema de coliflor con tropezones en forma de pepino, queso, cebollino y nueces.
En el río Guadámez sólo se pescan carpas pero el Sheriff Rotondas Bledsoe ha traído bacalao así que los campillejos están como un pinguino en el Sáhara, un poquito desubicados. Aún así son capaces de echar una mano en la elaboración de un bacalao al ajillo al estilo del restaurante Manila que está cerca de la estación de Santa Justa.
El Sheriff les ha ordenado rellenar unos vasos con natillas de chocolate del chef Bosquet con plátano, aguacate y leche. Después del contundente postre los campillejos van a tener que irse a la iglesia parroquial de San Bartolomé a que nuestro Señor les perdone sus pecados que en este caso son todos de gula y glotonería.Veniales al fin y al cabo.
En Campillo está el cementerio de los italianos donde reposan soldados de esta nacionalidad muertos en España durante la Guerra Civil. Y estos dos elementos son capaces de llevarte para allá si no pagas los doce euros que cuesta la cena así que los catorce asistentes no rechistan y abonan la cuenta religiosamente.
Termina la noche con una copita y sin carboneras. Una última recomendación, no os metáis en la página web del Ayuntamiento de Campillos porque lo que sale es una página porno.Si es que esta gente de Campillos son de sangre caliente...
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